Y el móvil servirá para algo más…
17 junio 2018
La adherencia al tratamiento, y cómo le ayuda la tecnología móvil.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la adherencia al tratamiento como el cumplimiento del mismo; es decir, que el paciente tome la medicación de acuerdo con la dosificación que se le ha prescrito, y que lo haga de manera persistente, es decir, a lo largo del tiempo establecido. Hay, por tanto, dos dimensiones dentro del concepto, que convergen en el criterio que guía la posología: dosis adecuada y tiempo preciso. Está fuera de toda duda que el éxito terapéutico pasa por lograr una adecuada adherencia, la que puede maximizar el beneficio para el paciente.
Que un tratamiento esté bien establecido depende del conocimiento médico, pero que éste se lleve a término depende fundamentalmente de la propia voluntad del paciente, que es el que en condiciones normales tiene encomendada la toma de medicación. Desde hace ya tiempo, es un objetivo sanitario de primer orden conseguir que la adherencia sea la máxima posible, por varias razones. Primero, porque de otra manera los tratamientos podrían ser más inefectivos. Segundo, porque un tratamiento inefectivo es también un tratamiento ineficiente, una merma gratuita de recursos del sistema. Y, en tercer lugar, es bien sabido en que determinados tratamientos, como los antibióticos, no seguir la pauta establecida supone generar un riesgo de resistencias microbianas que puede generar problemas que llegan más allá del propio paciente.
En España, la patronal Farmaindustria propuso hace unos meses a las autoridades sanitarias un proyecto para la mejora de la adherencia en el conjunto del Sistema Nacional de Salud. Según sus datos, basados en una encuesta de ámbito nacional, sólo el 50% de los pacientes crónicos cumplen con los tratamientos prescritos por los profesionales sanitarios, cifras similares a las de otros estudios publicados. La falta de adherencia, afirma la patronal del medicamento, se ha asociado a una disminución de la calidad y de la esperanza de vida, origina un peor control de la enfermedad e incrementa sus complicaciones, y repercute en un aumento de las consultas, hospitalizaciones y pruebas complementarias, con el consiguiente incremento del gasto sanitario.
Es un problema complejo, sin duda, porque son variadas las causas que lo provocan. Desde la duración de los tratamientos, al mayor o menor conocimiento de la enfermedad por parte del paciente, la relación de éste con los profesionales sanitarios o determinados factores psicológicos, entre otros. Y ante tal complejidad, lo que ha de hacerse es establecer medidas de diversa índole, que puedan incidir en aquellos aspectos que se haya comprobado interfieren en la correcta toma de medicación por los pacientes. Desde la mejora en las pautas posológicas, hasta la creación de tratamientos combinados de administración más sencilla, o la mejora de las condiciones en las que se desarrolla la relación médico- paciente, imprescindible para que éste comprenda la importancia de su participación en la mejora de esta cuestión.
Pero además, surgen iniciativas que ponen énfasis en la posibilidad de usar nuevos soportes tecnológicos para que el paciente recuerde que ha de tomar su dosis, e incluso establezca alguna estrategia de apoyo al cumplimiento. También en esto el teléfono móvil puede ser de gran ayuda. Precisamente, una de las propuestas contenidas en el proyecto de Farmaindustria tenía que ver con la generación de herramientas tecnológicas específicamente orientadas a esta finalidad.